Pautas para evaluar Proyectos y Recursos Humanos en Ciencia Aplicada (*)
Dra. Ing. Cristina Parraga
Directora Dirección de Investigación Ciencia y Técnica
Universidad Mendoza
Nuestro país demanda cada día más de la capacidad científica y tecnológica, asociada a un creciente desarrollo económico y social. Por estos días escuchamos que “Ciencia y Tecnología se ha convertido en una política de Estado, junto a los Derechos Humanos, y al crecimiento con inclusión social”. A este entorno debe agregarse un panorama internacional de crisis económica de los países desarrollados y una tecnificación que penetra en todos los niveles de la vida humana.
En este marco, resulta vital un análisis de las actividades de investigación, particularmente enfocadas a lograr una sinergia entre las ciencias básicas y las ciencias aplicadas, atendiendo a que se debe estimular su vinculación con la demanda social y productiva.
Resulta pues un deber ineludible discutir sobre los Proyectos de Ciencia Aplicada y la evaluación de los Recursos Humanos abocados al desarrollo, implementación y gestión de los mismos.
En Argentina, desde Septiembre de 2001 tenemos en vigencia la Ley 25.467 de Ciencia, Tecnología e Innovación. Hoy nos centramos en su Artículo 4° a partir del cual se estructura el “ Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que estará constituido por los órganos políticos de asesoramiento, planificación, articulación, ejecución y evaluación establecidos por la presente ley; por las universidades, el conjunto de los demás organismos, entidades e instituciones del sector público nacional, provincial, municipal y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del sector privado que adhieren a esta norma, que realicen actividades sustantivas vinculadas al desarrollo científico, tecnológico, innovador, de vinculación, financiamiento, formación y perfeccionamiento de recursos humanos, así como sus políticas activas, estrategias y acciones.”
Es en este marco del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación se vienen realizando una serie de iniciativas tendientes a fijar como será la evaluación de los proyectos y también de los recursos humanos asignados a los mismos.
En primera instancia nos referiremos al Programa “Registro unificado de curriculum vitae de investigadores de Argentina” (CVAr), lanzado en septiembre de 2011 y que lleva adelante la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica, a través de la Subsecretaría de Evaluación Institucional. El objetivo de esta herramienta es que la información curricular se pueda cargar y consultar desde una base única para facilitar el trabajo de los investigadores y las instituciones de ciencia y tecnología del país. Se trata de dar cumplimiento a la ley 25.467 que establece la creación de un registro nacional de científicos y tecnólogos.
El CVAr responde a esa necesidad y tiene entre sus funciones: proveer información para la planificación y la toma de decisiones, servir como herramienta para convocatorias institucionales, publicar datos curriculares, lograr la redacción de un CV estándar aceptado por todas las instituciones y promover el intercambio de información.
La primera etapa del CVAr ha consistido en la adecuación de uno de los sistemas locales más grandes. De esta manera, el Sistema Integral de Gestión y Evaluación (SIGEVA), que actualmente utilizan el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y numerosas universidades, cuenta con una aplicación actualizada, adaptada a la base unificada de Currículo Vitae del CVAr.
Pero el aspecto más novedoso es que mediante acuerdos específicos, cada una de los universidades privadas y sus investigadores tendrán la posibilidad de ingresar al sistema y poder cargar los proyectos que se estén desarrollando según lo que establece la Resolución 693/11. Reglamentándose así el sistema de recolección, transferencia, administración y actualización de los datos curriculares y el modelo de “Convenio de Uso e Intercambio de Datos” entre el Ministerio y las instituciones que integran el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación."
La otra iniciativa a destacar se vincula a una serie de reuniones y talleres realizados en el ámbito del Consejo Inter-universitario Nacional (CIN) para la evaluación de la actividad de producción del conocimiento atendiendo particularmente a las interacciones entre la Ciencia Básica (Investigación Básica IB), la Ciencia Aplicada (Investigación Aplicada IA) y las iniciativas tendientes a estimular las demandes sociales y productivas que las vinculan. No es menor, entonces, analizar el lugar de las investigaciones o proyectos netamente interdisciplinarios y cuyos resultados se vuelcan directamente a una demanda en particular (transferencia inmediata) de un sector de la sociedad.
Las principales conclusiones de los plenarios centrales a este respecto pueden resumirse en los siguientes enunciados:
· Existe consenso en calificar como IB a aquella que pretende superar la frontera del conocimiento en un área del saber y como IA: a aquella que pretende dar respuesta a alguna demanda de la sociedad. Aunque más que “Aplicada” debe considerarse a esta última como “APLICABLE” o también “INVESTIGACIÓN ORIENTADA A PROBLEMAS”.
· Existe un acuerdo amplio por parte de los actores del Sistema, en un cambio de paradigma en la concepción de la evaluación de los proyectos de IA, aunque a nadie escapa la complejidad del tema. Los nuevos Comités de Evaluación para este tipo de Proyectos se deberían conformar multidisciplinariamente y además prever la incorporación a los mismos de evaluadores externos, es decir del sector productivo. Debería preverse también capacitaciones y entrenamiento en las tareas de evolución para estos nuevos actores.
Seguramente estas acciones derivarán en poder contar con un banco de datos de evaluadores externos entrenados. Una forma de hacerlo sería distinguir entre la evaluación de calidad, que debiera ser el trabajo de los pares, y la evaluación de la pertinencia, en la cual sería posible que participaran otros “stakeholders” (grupos de interés).
· Se podría decir que los nuevos jurados incluirían a “investigadores profesionales” en contraposición de los “investigadores clásicos (formato CONICET)”.
· Se analiza el parámetro de las publicaciones (Bibliometría) desde dos vertientes. Una tiene que ver con una serie de publicaciones existentes y muy prestigiosas que deben ser revalorizadas, ya sea de universidades como de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) o bien de organismos de investigació provinciales, privados, etc. Muchas de ellas han sido calificadas de excelencia y aún dentro del propio CONICET existen marcadas diferencias en cuanto a su consideración.
La otra se relaciona con la posibilidad de editar una o más revistas dedicadas sobre IA. Éstas estarían dedicadas a la divulgación electrónica de trabajos útiles a las comunidades de una universidad, al desarrollo local y a la innovación productiva.
· Se citan también las bases de datos de publicaciones y revistas indexadas, sobre temáticas específicas como “AgroCiencias”, “ScieLO”, “Scopus”
Finalmente se conviene en establecer una dimensión temporal de los Proyectos de IA teniendo en cuenta sus “productos”. Con este encuadre se los ubicaría en:
· Proyectos cuyos productos son POTENCIALES. La investigación proveerá o no dichos productos
· Proyectos cuyos productos so FACTIBLES porque se intuye que en corto plazo tendrán productos en funcionamiento (ya se tienen prototipos) o bien hay ya un adoptante de sus resultados.
· Proyectos cuyos productos tienen TRANSFRENCIA concreta o bien son demandados específicamente por el sector productivo.
Como se puede observar esta política de Estado, de Ciencia y Tecnología, requiere de los Recursos Humanos involucrados, una nueva forma de “medir”, nuevas pautas, criterios e indicadores (qué evaluar y cómo ponderar). Aunque lentamente, es notable un cambio, no sólo en las concepciones de evaluación, sino también en relación a los preconceptos y prejuicios que suele haber desde la IB y la IA.
Con sumo agrado se ha podido asistir al trabajo conjunto y asociativo de universidades nacionales, el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), de organismos como INTA, INTI, CONICET, CNEA, CONAE, SEGEMAR, INIDEP, INA, CITEFA y ANLIS.
El Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología es entonces el ente que reúne toda los centros de actividad sustantiva en ciencia, tecnología o innovación con asiento en territorio nacional y una muestra más de que la INTERDISCIPLINARIEDAD es el camino no sólo por la complejidad del problema sino por interdefinibilidad y mutua dependencia.
*Nota Realizada por la Dra. Parraga de la Universidad Mendoza, para el Boletin Nº 6 de la DICyT