Un equipo de trabajo del Hospital Universitario
estudió el acceso de un grupo de mujeres provenientes de Bolivia a cuidados de
salud en ginecología y obstetricia en nuestra Provincia y constató que están
insertas en el sistema de salud pública.
Las mujeres se manifestaron vulnerables y con
barreras en el acceso a la salud, explicó Pablo Alonso, médico que integra el
equipo.
Pese a que ellas mismas se consideran vulnerables y
con barreras en el acceso a la salud, una investigación realizada por
profesionales de la UNCuyo con un grupo de mujeres migrantes bolivianas,
constató que tienen alta cobertura en controles ginecológicos.
Desde la década del ’90, en busca de superar la
falta de trabajo en sus países natales, llegaron a nuestro país miles de
inmigrantes de países vecinos.
Mendoza constituyó uno de los escenarios más
elegidos por estas poblaciones. Atendiendo a esta característica, el equipo de
investigación del Hospital Universitario dirigido por Pedro Daguerre y Liliana
Barg, subsidiado por la secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo,
trabajó en forma directa con un grupo de mujeres migrantes y estudió la
relación entre ellas y su acceso a los cuidados de salud en ginecología y
obstetricia.
La investigación se realizó en el Jardín Maternal
Huellitas de Amor en el distrito de Belgrano, del Departamento de Guaymallén, y
las destinatarias fueron mujeres de nacionalidad boliviana, la mayoría de ellas
llegadas a Mendoza entre los ’90 y el 2000. Uno de los integrantes del equipo,
el médico Pablo Alonso, explicó que “en general, las razones por las que
inmigraron a nuestra Provincia están relacionadas con cuestiones laborales, en
algunos casos acompañando a sus maridos y, en otros, para trabajar ellas”.
En esta investigación se partió de la hipótesis de
que había barreras en la atención sanitaria por parte de estas pacientes, tanto
barreras culturales y económicas; como barreras relacionadas con las
distancias.
“A las primeras -las barreras culturales- las
veíamos como un aspecto fundamental. No porque fuera un problema de nuestro
sistema sanitario sino por los preconceptos que ellas podían traer acerca
de la atención médica. Esto nos pareció un tema clave para luego también
ver si había diferencias con otras poblaciones nativas”. Si bien en este
trabajo sólo se analiza este caso con mujeres migrantes bolivianas, en otro
momento el equipo utilizará estos datos para cruzarlos con los de otras
comunidades”.
El trabajo de campo se realizó en conjunto con un
grupo de Extensión -compuesto por trabajadores sociales, pediatras, odontólogos
y enfermeros- que simultáneamente efectuó el control de salud a niños y niñas
del mencionado Jardín.
Ambos equipos compartían la misma hipótesis de que
en ambos grupos estaba relegada su atención médica.
“Esta hipótesis la elaboramos en base a la
bibliografía, pero sobre todo en base a las estadísticas de las condiciones de
las pacientes en su país de origen: la alta tasa de parto domiciliario, baja
tasa de Papanicolaou, colposcopía y de controles médicos períodicos”, aclara el
investigador.
El equipo realizó entrevistas estructuradas a la
población seleccionada sobre aspectos socioculturales. Las mismas estuvieron a
cargo de un trabajador social y un ginecólogo. En ellas, se les presentaron los
objetivos de la investigación y, con quienes estuvieron de acuerdo, se procedió
a una entrevista más detallada sobre su estilo de vida, su vivienda, sus hijos,
su familia, el tipo de atención médica que recibían, su cobertura social y los
ingresos que tenían.
“También realizamos una entrevista ginecológica, con
preguntas más específicas sobre sus embarazos, dónde habían tenido sus partos
-si en una institución o en su domicilio- si habían dado de mamar o no, si
usaban métodos anticonceptivos en la actualidad o no, si se habían realizado
Papanicolaou, colposcopia, mamografía –en los casos que correspondiera-. Y, en
las pacientes que lo desearan, se les realizaba de forma gratuita los estudios
ginecológicos”, profundizó el entrevistado.
Sobre la base de estos datos, se realizaron
talleres en los que se compartieron los resultados obtenidos, se
compartió una devolución de la investigación y se informó sobre temas
específicos como la anticoncepción o las enfermedades prevalentes en
ginecología.
“En general -apuntó Alonso-, nos encontramos con
sorpresas agradables, digamos, porque eran datos contrarios a los que
esperábamos. Aparecieron dos percepciones diferentes”.
“Por un lado, las mujeres entrevistadas sí se
manifestaron vulnerables y con barreras en el acceso a la salud. Refirieron que
en los centros de salud hay pocos turnos, que se tienen que levantar muy
temprano para obtenerlos, que se prioriza la atención de la embarazada. Pero,
por el otro lado, a la hora de preguntarles cuándo se habían hecho el último
control, dónde se atendían rutinariamente, quién les entregaba los medicamentos
cuando los necesitaban, nos encontramos que tienen alta cobertura en controles
ginecológicos”.
La conclusión entonces es que “vamos a tener que
trabajar en esta diferencia entre lo que percibe la paciente y lo que
percibimos los agentes sanitarios, porque seguramente hay cosas para mejorar
desde la salud pública pero -para nuestra sorpresa- los datos nos dicen que
estas pacientes están totalmente insertas en el sistema de salud”, afirmó
Alonso.
Publicada
el 29 DE OCTUBRE 2013, 15:28